Ser mamá es el trabajo más hermoso, pero a su vez el más desafiante que Dios me ha dado. Desde que nació mi primer bebé hace 6 años la maternidad ha sido un reto lleno de contrastes y momentos mágicos, pero también de momentos difíciles. Soy mamá de tres hermosos príncipes que siempre anhelé y que Dios concedió por gracia.
Si tienes hijos entenderás todas las inquietudes y desafíos que se presentan en la maternidad desde el embarazo y en cada etapa de la vida de nuestros hijos.
Como mamás siempre buscamos dar lo mejor a nuestros hijos: la mejor alimentación, educación, momentos, en fin… nuestro instinto es ser protectoras y darles confianza y seguridad a nuestros pequeños. Siendo honesta por más esfuerzos que hagamos, por más cursos o talleres que tomemos, siempre cometeremos errores, no existen madres perfectas, y esto muchas veces nos hace cargar con culpas o remordimientos. A pesar de todos los desafíos que he enfrentado en este camino, los errores que he podido cometer; Dios Padre ha sido el mejor modelo para criar a mis hijos.
“El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y está lleno de amor inagotable. No nos reprenderá todo el tiempo, ni seguirá enojado para siempre. No nos castiga por todos nuestros pecados; no nos trata con la severidad que merecemos. Pues su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra. Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el oriente del occidente. El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen. Pues Él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo.”
Salmos 103: 8-14
Tomando estos versículos como ejemplo, cada vez que me enfrento a una prueba de maternidad recuerdo lo misericordioso y bondadoso que ha sido Dios conmigo, lo inmenso que es su amor, se que a pesar de mis fallas “no soy perfecta”, Él es paciente conmigo y me perdona, me cuida con tal delicadeza que en sus brazos me siento segura. Y como mamá no deseo nada más que poder brindar esta seguridad y confianza a mis hijos.
Así es como he aprendido a buscar en la Palabra de Dios todas las respuestas a las dudas que me han surgido en cada etapa de esta labor, Dios me ha enseñado a confiar en Él más allá de mi propia inteligencia porque se que no soy perfecta y puedo fallar, pero cuando lo reconozco, Él hace que las dudas se despejen y que mi caminar como mamá ¡sea más sencillo!
Recuerda no existe mamá perfecta y muchas veces nos enfrentamos a pruebas y desafíos en los cuales seguramente nos veremos rebasadas, pero recuerda lo que Dios nos dice:
“Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad”.
2 Corintios 12:9
Lo que la palabra nos aconseja es:
“Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tu ser. “
Proverbios 3: 5-8