“Los que rinden culto a dioses falsos les dan la espalda a todas las misericordias de Dios.”
Jonás 2:8 NTV
Siempre he sido una persona muy analítica y reflexiva, sobre todo en situaciones de crisis. En estos meses de confinamiento debido a la pandemia por el COVID-19, algunas reflexiones que he hecho sobre la situación son las siguientes:
Considerando que como seres humanos tendemos a crear y admirar dioses o ídolos falsos, sin los cuales no imaginamos poder vivir, algunos de estos que han sido derrotados por el COVID-19 son:
Antes de la pandemia los teníamos, nos daban seguridad, confort y felicidad; ahora podemos contar con ellos, pero no los podemos disfrutar. Y en el caso del gobierno, no podemos y no debemos hacer que toda la responsabilidad recaiga en él. Lo que nos lleva a determinar que no son esenciales, y podemos prescindir de ellos.
Soy fiel creyente de que la mayor y más profunda enseñanza espiritual es el sufrimiento; y que toda situación difícil debe considerarse como una gran oportunidad para crecer.
Algunas enseñanzas que el Covid-19 nos ha dejado:
Antes de la pandemia, un gran grupo de personas insistía en imponer una ley mundial para quitarle la vida a los seres por nacer; y Dios nos envía una lección con un virus que ataca a todos, pero al cual los niños son los menos vulnerables.
Si bien esta pandemia nos ha coartado la libertad, es el momento de hacer un alto y pensar que no somos dioses, no somos reyes, no tenemos el poder, ni el control de todo.
“Uno pone y Dios dispone;” ¡qué verdad tan grande!
Tampoco SOMOS TODO. Somos parte de un todo, cohabitamos un planeta, somos parte de una sociedad, somos una parte frágil de ella, quebrantable y vulnerable. Somos parte de un todo al que antes de esta pandemia, quisimos dominar y que hoy nos dice:
“Detente, respira, respeta y no pienses sólo en ti. Vuelve a lo básico, a lo esencial, vuelve a Dios y a tu familia; ellos son lo único que verdaderamente vale la pena.”
Dios NO mandó esta pandemia, pero la permitió; y su objetivo es frenarnos de vivir siempre tan de prisa, siempre ocupados, siempre afanados, amando el materialismo y tan alejados de Él.
Antes de la pandemia nos definía el “cuánto tienes, tanto vales”; ahora es una gran bendición contar con lo esencial, tener a Dios en nuestro corazón, estar vivos, estar sanos, tener ropa, tener un techo y contar con alimento en nuestra mesa.
Lo que la palabra nos aconseja es:
“¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!
Salmos 46:10 NTV
Toda nación me honrará. Seré honrado en el mundo entero”.