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Published by Patty Gleason on enero 27, 2021
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A veces pareciera que se nos olvida que somos propiedad del Señor, que le pertenecemos y que por ende Él tiene cuidado de nosotros, nos protege y nos ayuda.

Y es que a veces a consecuencia de los malos momentos que estamos experimentando, se nos olvida lo que Dios puede hacer en nuestra vida; minimizamos el poder de Dios y le damos más valor a los problemas que estamos enfrentando que a la capacidad de Dios para solucionarlos.

El rey y salmista David conoció muy bien a Dios en su faceta de escudo, David reconoce en varios de sus Salmos que Dios es su escudo y por eso escribió algunos de los siguientes salmos:

“El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección.
Él es mi escudo, el poder que me salva
y mi lugar seguro.”

Salmos 18:2 (NTV)

“Dios es mi escudo, quien salva a los de corazón recto y sincero.”

Salmos 7:10 (NTV)

“El camino de Dios es perfecto.
Todas las promesas del Señor demuestran ser verdaderas.
Él es escudo para todos los que buscan su protección.”

Salmos 18:30 (NTV)

“El Señor es mi fortaleza y mi escudo;
confío en él con todo mi corazón.
Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría;
prorrumpo en canciones de acción de gracias.”

Salmos 28:7 (NTV)

A David el hecho de reconocer que Dios era su escudo le daba la seguridad de que todo iba a estar bien. En pocas palabras la fe en Dios, la confianza real que tengamos en su protección nos ayudará en esos momentos difíciles en donde creemos que tenemos pocas probabilidades de vencer, pero la confianza en Dios hace que esas pocas probabilidades se conviertan en las necesarias que Dios utiliza para dar respuestas perfectas a situaciones difíciles.

Hoy te pregunto: 

¿Quién es tu escudo? ¿En quién está puesta tu confianza?

No te dejes amedrentar por las circunstancias difíciles que posiblemente te estén rodeando, en su lugar confía plenamente en el poder de Dios, confía en su capacidad para solucionar los problemas que a nosotros nos parecen imposibles de resolver y entonces comenzarás a ver mejores resultados de los que tu mente puede imaginar.

Cuando hacemos de Dios nuestro escudo, no importa el ataque que venga contra nosotros, porque su poder es infinito y hace que el mayor ataque se convierta en NADA, pues Él es experto en batallas y nunca ha perdido NI UNA SOLA.

Las batallas son inevitables.

La verdad es que las batallas nos causan temor. Tu o yo, hemos enfrentado batallas muy duras y por ponerles algún nombre puede ser: persecución, enfermedad, infidelidad, divorcio, perdida de un ser querido, perdida económica, ansiedad, momentos en los que sientes que estas perdiendo y te llenas de temor , desesperación…

 Hay algo que está en juego en cada una de tus batallas y es tu fe.

Hay una ley que dice que el mejor momento para atacar es cuando tu enemigo esta vulnerable. Y el diablo aprovechará cada aflicción para mentirte, bajar tu fe y cuando derribe tu fe entonces puede hacerte pedazos. ¿Verdad que eso NO es lo que queremos?

¿Cómo te estas alimentando en cada batalla?

  • Opción 1: Pensamientos de temor y miedo 

El diablo, actúa por medio de engaño, es el maestro de la mentira. Cuando él vea que te encuentras vulnerable y que no crees que Dios te protegerá y te dará la victoria, puede entrar a destruir porque bajaste el escudo de la Fe.

  • Opción 2: Pensamientos de fe 

“No os engañéis”, enseñó el apóstol Pablo. “Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”

Gálatas 6:7–8 (NTV)
Aquí haz una pausa y lee 2 Crónicas 20:1-25

Con la historia que acabamos de leer de como Josafat vence a Moab y a Amón ¿No crees que tenemos un Dios que nos acompaña en cada batalla y nos da la victoria?

SI importa la posición de tu escudo 

Toda arma sirve solo si se usa correctamente. ¿Estás parada en la roca que es Cristo el fundamento de tu fe? ¿La posición de tus pies en la roca es la correcta? o tienes un pie en la roca y otro pie en la arena.

Tomate unos minutos para analizar.

Me gustaría que aquí hicieras otra pausa y leas Daniel 3:1-30 para conocer otra historia de ¡VICTORIA!

El escudo romano —el scutum— no era el clásico escudo “tipo medieval” que se nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra. Era un escudo muy grande, rectangular y semicurvo, con una pieza de metal cónica y puntuda que se colocaba en la parte central externa (llamada umbo).

El scutum era un elemento de defensa impresionante. Debido a su tamaño (algunos medían más de un metro de alto y casi un metro de ancho), los soldados quedaban muy bien protegidos de sus enemigos. Como era curvo, podía desviar los ataques sin transferir la fuerza total de la embestida al hombre que sostenía el escudo. Debido al umbo, se podían evitar incluso los ataques más despiadados, porque éste tenía además una capacidad ofensiva y de un golpe podía hacer que el enemigo retrocediera.

¿Qué es la fe?

«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve»

Hebreos 11:1(NTV)

Esta es la definición bíblica de la fe que aclara algunos conceptos erróneos. Si la fe es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, entonces esto tiene implicaciones de largo alcance. La certeza es tangible, la convicción es una prueba sólida. Por definición, la fe no es una emoción incierta, sin fundamento real. Esta es una verdad irrefutable. La verdad es real.

«Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos»

Romanos 8:24-25 (NTV)

«Entonces le respondió Pedro, y dijo: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas”. Y él dijo: “Ven”. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: “¡Señor, sálvame!” Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”

Mateo 14:28-31(NTV)

El escudo es la primera línea de defensa.

Cuando nuestra fe en la omnipotencia y protección de Dios es fuerte, es imposible para Satanás atravesar nuestro escudo y lograr atacarnos. Pero cuando permitimos que la duda nos invada, como le sucedió a Pedro, nos comenzaremos a hundir. El resto de nuestra armadura terminará maltratada, igual que nosotros. No obstante, un escudo de fe sostenido fuerte y activamente evita esto y, por el contrario, inhibe la fatiga.

«Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque escrito está: ‘Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás’”. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían»

Mateo 4:10-11 (NTV)

Un escudo puede incapacitar.

Cuando Jesucristo fue tentado por Satanás, su fe en la Palabra y los mandamientos de Dios repelieron a Satanás por un tiempo (Hebreos 4:15 nos dice que Jesús fue tentado en todo, así que con toda seguridad este no fue el único encuentro que Jesucristo tuvo con el diablo). El umbo (la pieza de metal en el centro) del escudo romano permitía a los soldados desplazar a sus oponentes y aturdirlos lo suficiente como para contraatacar inmediatamente. Nuestra fe en Dios, como Jesucristo lo demostró, puede darle a Satanás un buen empujón y darnos la posibilidad de defendernos haciendo la voluntad de Dios y su obra. Dios nos dice que la fe no puede estar solo en nuestra mente, sino que debe producir frutos —obras de obediencia y servicio (Santiago 2:20).

DIOS ES NUESTRO ESCUDO

“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”  

Génesis 15:1 (NTV)
  •  Es fundamental derrotar el temor.
  • Dios es nuestro escudo y fortaleza.
  • Dios recompensa tu fidelidad y esfuerzo.

Dios es nuestro escudo, nuestra fortaleza, por tanto debemos desechar el miedo, porque él está al tanto de todo, recordemos que uno de sus nombres es “Jehová de los ejércitos”.

Continuemos en el camino de Su propósito, sin desmayar, él ha prometido bendecir. Adelante, los que avanzan y perseveran son los que llegan a la meta y alcanzan grandes conquistas.

Dios mismo el todo poderoso esta peleando por ti su misma presencia va delante de ti como un escudo pero también como un guerrero.

Recuerda: Eres tan valiosa que Él no le está encargando el trabajo a los ángeles si no que Él mismo te protege, te defiende, nunca te abandona ¡Él es tu escudo!

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Patty Gleason
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