Por: Di Durán
Quiero compartirte un capítulo de mi vida, en donde una noche, de esas, donde las horas se hacen eternas, en las que quisieras que la obscuridad sólo durara una hora, mi esposo subía del quirófano a su cuarto de hospital.
En la condición de salud critica en la que se encontraba solo podíamos esperar un milagro. Después de una semana de diagnósticos inciertos, de oraciones clamadas a Dios por saber qué dirección tomar, una noche de julio, Dios me habló a través de una predica de la iglesia en la que encontré descanso:
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Salmo 46:1
En ese preciso momento el Espíritu Santo me sacudió el corazón para buscar otra opinión y llevé a mi esposo con un gastroenterólogo, este hombre sin duda fue un instrumento de Dios pues literalmente levantó a mi esposo de entre los muertos.
Desconocíamos la gravedad de la situación, tiempo después entendimos que, de haber continuado en esa condición, sus horas de vida estaban contadas, escuchar los pronósticos de cada médico fueron devastadores, sentía perder el piso, Dios me daba la fortaleza y entereza para saber que pasara lo que pasara Él estaba con nosotros.
“Él es nuestro amparo, fortaleza y pronto auxilio”, ¡mi alabanza rugía aún más fuerte! porque sabía que había un buen propósito en esa dolorosa prueba, y así lo fue, el objetivo era que mi esposo por fin entregará su vida a Jesús, que reconociera que solo por Él volvía a tener vida, una vida nueva, donde todo lo viejo quedaba atrás y una nueva relación encendía su corazón.
Hoy es un hombre renovado que camina de la mano del salvador y redentor quien permanecerá con él hasta el último día de su vida, y yo sigo levantando mis brazos, agradeciendo y alabando el que hoy nos tenga en sus manos con gozo y alegría.
Si estás en medio de la tormenta, atravesando el desolado desierto, sintiendo el fuego del horno… no llores más, no te angusties, no dejes de orar, no pierdas la esperanza y la fe, no decaiga tu ánimo, ¡aférrate a tu amparo y fortaleza que es Dios, porque Él extiende su mano para darte su pronto auxilio!
Camina, clama y abraza tu milagro.
Lo que la palabra nos aconseja es: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.»
Salmo 46:1