Por: Joana Gutiérrez
Así dijo Jehová: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma.
Jeremías 6:16
Cuando tenía 17 años, descubrí la pasión por leer, podía sumergirme por horas en libros de grandes aventuras, como aquellos libros de fantasías donde se cruzan ríos a caballo, se peleaban con brujas malvadas y se llegaban a finales felices. Podías escucharme reír y llorar al son de las palabras del autor y cómo una doncella soñadora, cerraba mi libro, suspiraba y a manera de susurro balbuceaba: “me encantaría tener una vida llena de aventuras como la de estos autores”.
Pasados los años, las cosas se empezaron a tornar cada vez más complicadas, atravesando duras pruebas, que pusieron a prueba mi Fe Cristiana en incontables ocasiones, la depresión y la ansiedad se aferraron a mí, como una garrapata a un indefenso animalito, silenciosa y sigilosa, pero dolorosa y peligrosa, absorbiendo todos los nutrientes, hasta matarlo.
Intenté por mis propios medios levantarme y generar una vida exitosa e increíble, llena de aventuras ganadas y trofeos en mi muro de mujer empoderada, pero a cambio, solo percibía destrucción y miseria. Y es que muchas veces eso refleja nuestro interior.
Siempre tuve una autoestima fracturada, pues mi educación cristiana se basó en hacer el bien, como es debido, solo que, en ocasiones, las circunstancias a tu alrededor se convierten en opresores aplastantes. Así que, mi vida se fundó de opresor en opresor, incluso dentro de la misma iglesia, lo que me mantenía en un papel de víctima constante. Numerosas ocasiones le pregunté a Dios decepcionada por qué permitía, que a pesar de que yo regalará las flores de mi jardín, recibía siempre toneladas de basura, injusticias y quebrantos.
Esto afectó mi salud física y emocional constantemente, dentro de mi corazón se albergó el resentimiento y la impotencia, pero en mi esencia imperaba la necesidad de la bondad, del amor, de la fiel verdad, así que caminaba en contraposición.
Intenté tomar venganza propia, porque me encantaría decirte que siempre he sido una fiel obediente a la palabra de Dios, de hecho, considero que he sido más desobediente y la misericordia de Dios me ha alcanzado cientos de veces; pero cada venganza tenía un sabor amargo y triste, así que decidí aceptar que el control no estaba en mí.
En la búsqueda de mi crecimiento personal, descubrí que albergaba una profunda herida de rechazo, y esta, se iba repitiendo una y otra vez a lo largo de mi existencia, a través de circunstancias y personas.
En algunas ocasiones tenía pensamientos de querer atentar contra mi vida, pues la sensación de no tener un lugar de refugio, o una persona de bien en quien confiar, me generaba esa incertidumbre y desprotección. Me convertí en el títere de muchos, y esto, por voluntad propia.
Víctima de las críticas destructivas y con el afán de siempre querer conseguir la aprobación, para así, lograr un poco de la aceptación que ni yo misma me daba, derribé los sueños que tenía en Jesús, pues las ocasiones que llegué a contarlos con tanta pasión, como la pasión que genera en nuestros corazones una hermosa alabanza que atraviesa nuestros corazones, fui cuestionada sobre que me iba a dar eso de bueno, albergando dudas e inseguridad y cediendo a las decisiones de todos, menos las propias, las que Dios y yo teníamos.
Perdí mi completa conexión con Jesús, si, por que quise agradar al mundo, tratando de salvar mi vida, sé que suena lógico mientras me lees, pero para mí no lo era, no tenía ni pies ni cabeza, y todas esas bellas oraciones que de joven realicé a Dios con profundo amor, se vieron perdidas entre la neblina de la confusa vida.
La semana pasada, me encontraba compartiendo una bella tarde, pero estaba teniendo problemas con la ansiedad que me generaba el que mi hijo estuviera enfermo, es un área de oportunidad, de muchas otras, en las que estoy trabajando arduamente, a veces, sin resultados favorables, así que, la persona que se encontraba conmigo, inició con un énfasis en las cosas que debería cambiar por el bien de mi hijo, sus palabras iban penetrando poco a poco en mi corazón, aquejando mi autoestima y en un pequeño alto, activé la poca serenidad y tuve compasión por mi propio proceso, sabía que me encontraba trabajando en ello, no estaba siendo fácil, pero había tenido grandes logros que no debían ser demeritados, mi acompañante no lo vio así, e insistió, hubo otra pequeña pausa y se retiró del lugar, para lo cual, hice una oración:
“Muéstrame las sendas antiguas por las que debo andar, dame camino y andaré por él”, suspiré, derrame un par de lágrimas que traté de que no fueran visibles y continué. Las siguientes dos mañanas, noté que, como una especie de reloj, estaba despertando a las 5:30 am exactas, con una sensación de completo descanso, raro en mí, la segunda mañana desperté por el canto de al menos unos 3 pajaritos en la ventana que daba a mi recámara, así que decidí abrir mi biblia y hacer mi devocional.
Voy a compartirte el mundo que se abrió a mis ojos, las respuestas a tantos años de cuestionamientos, al fin del silencio, a la conversación bidireccional que tuve esa mañana con Dios, llena de gracia y amor.
Los israelitas fueron exiliados en el imperio de Babilonia, impuestos a nuevas costumbres y culturas, y te preguntarás ¿Cómo lograron sobrevivir a esto? Bien, siempre tendrás tres caminos a seguir, mismos que yo pase incontables ocasiones:
Un ejemplo es la historia de Daniel, que, siendo exiliado, no dudó en hacer el bien al imperio de Nabucodonosor, sin embargo, no cedió ante las exigencias que iban en contra de los mandatos de Dios, siendo fiel y obediente, con la plena confianza de que Él tendría el control de la situación.
Esta hermosa reflexión se convirtió en un nuevo despertar a respuestas de preguntas, que, durante muchos años me causaron incontables quebrantamientos y frustraciones. En distintas ocasiones, en distintos tiempos y diferentes personas, recibí la siguiente frase como respuesta: “Por el momento es lo que hay” … Y no sabes la impotencia y coraje que traía esto a mi vida, no podía concebir que el silencio era lo único que podía recibir de parte de Dios, esto, según mi propia percepción.
Pero mientras leía, esto que te estoy contando, vendas se caían de mis ojos y entendía el porqué de muchas cosas, a veces son necesarios esos periodos de aparente “silencio” de parte de Dios, y en efecto, Él tiene el CONTROL de toda situación, por muy descabellado que esto parezca.
Daniel se negó rotundamente a adorar la estatua de oro que Nabucodonosor había levantado, por que confiaba plenamente en Dios, no tuvo temor a las críticas, ni cedió por cualquier otra razón similar, Dios era su roca y su plena confianza, aún a pesar de que las circunstancias decían lo contrario.
Recordemos que después de Babilonia, llegaron otros imperios opresores, esto hace una relación magnífica en mi forma de ver la vida, sería mágico que el narcisismo se acabara en el mundo y la bondad y empatía imperaran en la actualidad, lo sé, todos deseamos este bello sueño, a veces nuestras oraciones siempre van en busca de que las circunstancias externas cambien radicalmente, y vayas por la vida conociendo personas únicamente llenas de los frutos del espíritu santo, pero una noticia real, es que vivimos en un mundo lleno de pecado, y esto no terminará hasta que Jesús vuelva por nosotros, mi autoestima y seguridad no podían seguirse basando en las reacciones emocionales u opiniones de nadie más.
Hice una oración profunda y llena de necesidad de la misericordia de Dios: “Edifica mi casa sobre la roca, ya no quiero más ser esa ola de mar que es llevada de aquí a allá impulsada por todo viento, necesito de tu firmeza y seguridad”; llevaba años siendo arrastrada por la corriente en mi propia necesidad aterrante de ser aceptada, víctima de la inseguridad que me hacía caer en imperios opresores a espada, quemando una y otra vez mis anhelos y decisiones propias.
Bendigo a Dios con todo mi corazón, pues El Señor se ha encargado de trabajar conmigo de manera impresionante, a pesar de que mis dudas, temores e inseguridades me arrastraron a direcciones equivocadas, pues siempre fui una niña asustada, escondida y temblorosa, esto era tan evidente, que fui un imán para incontables agresiones, y es que parecía que pedía a gritos ser menospreciada, logrando así, bajar mi autoestima constantemente, al grado de perder la identidad que ya Jesús me ha dado, pero que nunca tomé.
Querida amiga, los imperios opresores seguirán existiendo: en un esposo, un círculo de “amistades”, incluso, en familiares cercanos. A veces existen realidades dolorosas, a veces se te exige hincarte ante la estatua de la toxicidad, del desprecio, de las relaciones codependientes, con la promesa de un poco de amor, aceptación, y así, darle un poco de descanso a tu alma.
Pero no cedas ante eso, Dios tiene un mejor plan, recuerda: lealtad más sublevación, no te pidió callar, tampoco te pidió destrozar la plaza de una ciudad, con grafitis, rompiendo ventanas y haciendo actos violentos.
Daniel fue leal, pero se negó, fue arrojado al pozo de los leones, leones que en nuestra vida pueden ser críticas severas por tu actuar, despidos, términos de relaciones, desaprobación por personas a quien amas profundamente; pero también recuerda que Dios cerro la boca de esos leones y Daniel estuvo intacto, para la honra y gloria de Dios.
Lo sé, no es fácil. No lo es, ni lo ha sido para mí, pero somos vencedoras en Cristo Jesús y tenemos una identidad.
No la pierdas.